Bye Bye a las tiendas “TRD”

De forma silenciosa, un cierre masivo de las Tiendas Recaudadoras de Divisas está llevándose a cabo en Cuba.

Sin mediar anuncio previo en ningún medio informativo.

Que no sea el de los abatidos administradores que han comenzado a comunicar, de manera verbal y personal, aislada y paulatinamente a todos sus fieles empleados con el fin de no provocar alteraciones del orden ni ocasionar disgustos de barrio que derivasen en caos—, las “cadenas” de Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD).

A lo largo y estrecho del país, disponen de un plazo muy breve para implementar las nuevas medidas “popularísimas” nacientes del estrellato, porque antes del 30 de junio clausurarán “definitivamente” sus pequeños locales de ventas minoristas y reubicarán —si fuera posible— a parte del personal del más viejo escalafón en otros sitios, el mismo que hasta la fecha co-laboró en su puesto de combate ordenadamente.

De lo contario, y para la mayoría que resultará lanzada a la calle, no habrá más esperanza que el soponcio lindante y el patatús, atenidos a la reputada cláusula del Código del Trabajo aprobado en 2015 que deja sin derechos ni reclamaciones a los despedidos por “no-idoneidad” u otra artimaña extirpadora.

Ojos que te vieron ir.

Lo de “definitivo” ha sido insinuado en reuniones privadas con cada uno de los potenciales traumatizados, pero queda la rendija entornada de que sobrepasado este trance (que puede ser temporal según de dónde sople el petróleo que asola a intervalos al islote traducido en forma de desabastecimientos huracanados), puede que algún nuevo mecenas surja en el esquivo firmamento, que sea calmo, atrapable y domeñable, y volvamos a agarrarnos de las bardas por arder de ese vecino pueril.

O se acabe la magicumbia, babosa a más no poder, y hasta haya que traer a casa a Harry Potter.

Cerca de 10 mil kioscos, puntos y minipuntos de ventas pertenecientes a las oxidadas cadenas TRD, Cimex-Panamericanas, Caracol, Habaguanex, etc., esos que resolvían el diario jabón o el escaso aceite de muchos millares de habitantes/vecinos cuyas lejanías y status personales impiden el acceso a grandes mercados o tiendas de pueblo, tendrán su colofón ahora, antes que el “ojo-meneable” y calientico julio asome su carga de conmemoraciones, banderas e himnos, y haga catarsis con muy duras peladuras materiales.

De otras desgracias, mejor ni hablemos.

TRD cerrada en Villa Cara (foto del autor).

Baste mirar las estanterías de estos mínimos espacios abocados a clausura, la mayoría unipersonales, donde hace meses que las vacas —esa perseguida vitalidad que desde 2008 impulsara a cuestionarnos el muy presidencial “vasito de leche”— dejaron de existir con toda su carretada de derivados frescos o enlatados, se evaporaron para entender que es imposible mantenerlos abiertos sin emitir mugido audible, ruido de fluidos gástricos o eructo complaciente, justo cuando el pleno de la pantagruélica ANPP (Asamblea Nacional del Poder Popular) recién concluido divulgara otra cosa felicísima.

Entre delirios, jactancias, rodeos y regodeos, el tremebundo plan para el desarrollo hasta el 2030, trazado al magnificente estilo del Quinquenal del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), dio grandilocuencia a un oráculo sobre el incremento “satisfactorio en todos los órdenes del nivel de vida” de la población atontada, pues ningún cierre de puesto laboral que mancillara la estabilidad económica individual o colectiva y mucho menos a los adheridos al tentacular GAESA (Grupo de Apoyo Empresarial S.A.) que aún regenta el exyerno del ¿ex? retirable general, habríase tenido en cuenta.

Preguntados algunos caídos en la “actualizada” desgracia sobre si existen propuestas para reempleos en el mismo sector “salvador” que les dispara los 10 CUC mensuales por la cabeza —aunque todo el mundo sepa que es solo fachada y realmente lo que valga sea la “búsqueda” subrepticia que allí se majasee—, todos convinieron en declarar, que “si el sector cuentapropista no nos tira un cabo”, entonces se sumarán al ejército de desempleados que lidera la clase proletaria y marchante del país. Esa que ni se oye cuando marcha, o se marcha.

¡Todos a engrosar los archivos de la fechoría! Podrían desplegar en las pancartas.

Porque incluso en las calles, aquellos que se salvaron por el momento de perder el puesto, se las agenciarán para delinquir y fingir, y buscarán a sus expelidos para hacerlos desfilar con el sindicato que se inventen, hasta el de “desviados” modernos o tracatanes clásicos cualquier próximo Primero de Mayo.

Con el renacimiento mediático del escabullido zar Murillo, atrincherado tras sus disformes cotorreros de que “no se va a permitir la acumulación de capital en manos impías” (excepto en las saludables de parentales e intocables), se presume que estas bifurcaciones chambonas no constituyen más que propuestas para cautivar a nuestros sempiternos consternados, excedidos de retraimiento y apoteosis contrarrevolucionarias.

De lo cual se deduce que el ejemplo de los que sobran, será para economizar (y educar) a nación tan dilapidadora y majadera en asuntos de desórdenes económicos no previstos, porque lo social ni importa. Así la malvada “acumulación” se irá a otra parte, no a los misérrimos empleados de (kiosco y) bolsillo.

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